The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Cream, Jimi Hendrix Experience, Led Zeppelin…Bah; minucias. Probablemente sean las bandas más grande de la historia del rock, pero ¿hubieran existido de no haber estado antes Chuck Berry? Pudiera ser que no, porque ÉL creó el rock ‘n’roll y todavía nadie ha podido superarle.

Rozando los 80 años aun se sube a los escenarios con una energía atípica en un hombre de su edad, quizá al igual que Robert Johnson, fue de los que hicieron un pacto con el diablo. Pero seamos realista, pues a pesar de ser un show magnífico y divertido, el pobre hombre casi no toca la guitarra y su voz es un espejismo, pero respaldado por un piano, que incluso llegó a tocar, y una consistente base rítmica, tuvimos lo que allí esperábamos.

El maestro nos obsequió con los HIMNOS más influyentes del rocanrol; “Roll over Beethoven”, “Sweet Little Sixteen”, “Let it rock”, “Carol”, “Little Queenie” o la divertida “My ding-a-ling” entre otras, para terminar con el clásico más imperecedero de la historia, el mil millones de veces versioneado, “Johnny B. Goode”, en el cual mandó subir a cuatro chicas que acabaron siendo algo más de una docena de mujeres que bailaron e incordiaron al genio de Missouri, que fue abandonando el escenario progresivamente con la guitarra a cuestas.

Una corta hora de concierto en la cual nos deleitó con sus extrañas muecas, sus poses de “rockstar” y como no, su famosísimo baile del pato que fue gratamente ovacionado por un público entregadísimo y bailongo desde el principio al fin.