Que Glenn Hughes está tocado por la varita mágica del talento inacabable lo sabemos todos, pero que en cada nueva visita a nuestro país supere anteriores actuaciones, no es que no sea normal, es absolutamente extraordinario y es algo que solamente está en manos de unos pocos agraciados. Lo volvió a demostrar con un derroche de máxima perfección, tanto por su parte como por la de la banda que le acompaña y un magnífico repertorio secundado por un sonido pluscuamperfecto.

Desde el inicio con “Soul mover” hasta el final con “You fool no one”, tuvo tiempo de mostrarnos todas sus facetas: rock, soul, funky, baladas (exquisita “A whiter shade of pale” que nos puso los pelos como escarpias), y por supuesto una gran maestría a las cuatro cuerdas. El momento álgido de la noche debería ser para la excelente “Mistreaded”, con una de las mejores interpretaciones que se hayan escuchado nunca de dicho tema.

Imperdonable sería elogiar al británico y dejar de lado a ese monstruo de las baquetas que es Chad Smith, que nos apabulló con su técnica y con un solo original y divertido en el que enlazó algunos de los momentos más gloriosos de la historia de dicho instrumento con algunos de los comienzos más imperecederos como son “Rock and roll”, “Sunday bloody Sunday” o “The mule” entre otros.

Y para terminar a todo lo grande, lo hicieron recordando a Red Hot Chili Peppers con la magnífica y “wonderiana” “Higher ground” que hizo las delicias del público más joven, y un final de fiesta con probablemente la canción más esperada de la noche y que en otras ocasiones utilizó para dar comienzo a sus shows: “Burn”.