Que los viejos rockeros nunca mueren parece consigna oficial de todos aquellos que pasan de los 50, por lo cual es acertado que el concierto comenzara con “Forever Young”, mostrando al cantante escocés con su estilizado tipo rodeado de tres coristas y con una infinidad de músicos que entraban y salían cada vez con distintos intrumentos. El show constaba de dos partes y fue en esta primera donde desgranó sus éxitos rockeros que alternaba con baladas como “Tonight´s the night” o “First cut is the deepest” y una versión de “Sweet little rock and roller”.

Tuvo la fortuna de presentar a su hija Ruby, que nos perforó los oidos con “Bette Davies eyes” y “Kids in America” cual Avril Lavigne de turno y que hizo sonrojar a los pocos rockeros que allí se congregaron. Pero lo que más gustó, sobre todo a los que consiguieron su ansiado trofeo, fue el lanzamiento de balones de fútbol sobre el respetable, certificando así su pasión por dicho deporte que también se hizo eco en las enormes pantallas que secundaban el precioso y blanco escenario.

“Hot legs” fue lo más rockero que sonó en toda la noche y mientras una de las coristas atacaba con “Proud Mary”, el cantante aprovechaba para cambiar su vestuario, cosa que fue haciendo a lo largo de todo el recital. Llegaba el final de la primera parte con “You´re in my heart” y Rod Stewart nos anunciaba que había un descanso de sólo quince minutos.

Dicho y hecho, en ese corto intervalo de tiempo, el escenario se transformó en un fondo dorado con cortinas de terciopeloen el que apareció una orquesta y con Rod Stewart convertido en un auténtico dandy, eso sí, usando el mismo peine que Keith Richards o su amigo Ron Wood,¡ninguno!

Aquí la cosa se puso más seria e interesante con estándares como la preciosa “Blue Moon”, “Pennies from heaven” o “Wonderful world”, pero llegando el turno de “Maggie May” desapareció la orquesta y de nuevo la banda atacó con “Da ya think I´m sexy” y “Baby Jane”, llegando el momento de los bises con un “Sailing” coreado por todo el mundo y zarandeando los brazos de derecha a izquierda. Dos horas de concierto que certificaron la grandeza de Rod Stewart.