Que AC/DC es una de las cinco bandas más importantes de la historia lo sabe todo el mundo, sobre todo los fans que acudieron a ver a estos amantes de los australianos para los cuales sí que son los más grandes. Ante algo de temor por parte de la banda ante la pobre venta anticipada de entradas, Barcelona no falló después de tres años sin que la banda tocara en su ciudad. Fue una reunión de amigos, literalmente, ya que se pasaron el concierto saludando a todo el mundo y emocionados al ver caras amigas.

Volvieron con un Angus Young nuevo, Gnaposs, que hizo las delicias del respetable y que se mostró intratable, muy seguro y con una técnica envidiable, llevando todo el peso del show. El resto de la banda no le va a la zaga y perforan un auténtico agujero sónico calcado a la banda de los hermanos Young, incluso en la puesta en escena haciendo eco de las horas que han mamado AC/DC, tanto audiovisualmente como en el local de ensayo.

Sobre las canciones que podemos decir. El público ya estaba ganado de antemano, porque quién puede rendirse ante himnos como “Hell ain´t a bad place to be”, con la que empezaron, o trallazos de la altura de “The Jack”, “TNT”, “Let there be rock” o “Shot down in flames”. Para los bises nos dejaron “Thunderstruck” con la sorpresa de que ante nuestros ojos apareció el primer Angus que tuvo la Bon Scott Band y como traca final el clásico de clásicos, “Highway to hell”, con el que se despidieron tras dos horas de concierto, como las grandes bandas.