La fadista portuguesa Mísia, presentó en el Palau de la Música Catalana y enmarcado en el Festival Internacional de Grandes Voces Femeninas 'Únicas', su último espectáculo 'Drama Box' en homenaje a su madre, nacida en Cataluña y presente en el Palau, que fue bailarina de danza clásica y de quien Mísia heredó la pasión por la música y la fascinación por el mundo del espectáculo.

En la primera parte y con el acompañamiento tradicional del trío de guitarras, con José Manuel Neto a la guitarra portuguesa, Carlos Manuel Proenca a la guitarra clásica y Daniel Pinto al bajo, Mísia nos condujo y transportó a través de su innovador y personal mundo del fado por el que ha viajado durante 15 años de su vida teniendo como compañeros de viaje a poetas y músicos. Y cerró este recorrido por su discografía con un fado de la gran fadista, que ha abierto las puertas a las otras fadistas, Amalia Rodrigues, un fado que Mísia siempre dedicaba a un amor secreto pero que ahora que es más sensata dedica al público.

En la segunda parte y acompañada por un quinteto, con el trío de guitarras y Enzo d'Aversa al piano y acordeón y Luís Cunha al violín, Mísia interpretó en portugués y español piezas de 'Drama Box', su noveno y más reciente álbum, que constituye hasta el momento su aventura más arriesgada, ya que no sólo sigue el camino fadista moderno sino que además incluye tango, bolero y algunas piruetas. Mísia nos dio la bienvenida al 'Hotel Drama Box' en el que cada habitación, de personajes como José Saramago, Fernando Pessoa, Maria Bethânia, Dalila, Paolo José Miranda, tiene un universo y una energía particular que Mísia nos describió con sus palabras y sus canciones.

Acompañada por el violinista Luís Cunha dedicó a su madre 'Rousseau', canción que esta le cantaba para dormirla, se despidió con un tango de Astor Piazzola y nos sorprendió en el bis con la interpretación de 'Gavina voladora'.

Mísia no solo demostró ser una gran cantante también nos cautivó con su presencia, su elegancia, sus palabras, su simpatía, su sabiduría, su saberse reír, y su proximidad que inundaron el Palau de un ambiente mágico e intimista en el que tampoco faltó su gran sentido del humor que le permite reírse de las penas y de los puristas del fado. Así Mísia nos permitió durante las más de 2 horas de concierto que viajásemos por su modo de entender el mundo a través de su música y sus vivencias, todo un placer.

Mísia nació en Oporto, ciudad en la que vivió hasta el final de su adolescencia. Hija de una familia de marcados contrastes socioculturales, es la tercera generación de artistas por línea materna.

Motivos familiares la obligan a interrumpir sus estudios e instalarse, a los 20 años, en Barcelona, donde sintió una profunda nostalgia de su tierra a la que regresó en 1990 para volcarse en la interpretación del fado decidida a valorar este género de música urbana, temporalmente caído en desgracia cultural y comercial tras la Revolución de los Claveles (1974). A sus fados ha llevado las palabras de los más notables poetas de la literatura portuguesa como Fernando Pessoa, Mário de Sá-Carneiro, o del brasileño Carlos Drummond de Andrade y especialmente para su voz han escrito los contemporáneos Lidia Jorge, Agustina Bessa-Luís, Mário Cláudio y el premio Nobel José Saramago.

Mientras tanto, Mísia actúa en varios programas de televisión, canta en diversos estilos, en diferentes idiomas, en distintos locales de la "movida" madrileña. Prueba un poco de todo y colabora con magníficas artistas como Fanny Ardant, Isabel Huppert, Ute Lemper, Maria Joâo Pires, María de Medeiros o la propia María Bethânia con la que realiza un tour por todo brasil en 1998.

Sus fados y su personaje han inspirado a creadores y artistas de diversos campos y culturas, tales como el coreógrafo norteamericano Bill T. Jones, la bailarina hindú Padma Subramanian, el realizador francés Patrice Leconte o la estilista española Sybilla.