Ray Davies fue durante la década de los sesenta el líder de The Kinks. Por méritos propios se convirtió en un icono de la música pop británica, sin nada que envidiar a Beatles, Animals, Who o Rolling Stones. Para muchos, probablemente, para todos, fue el precursor de lo que hoy se conoce como brit-pop, por lo cual me pregunto: ¿Dónde están los gafapasta que abarrotan estadios para ver a grupos tan vacíos e inofensivos como Franz Ferdinand o Artic Monkeys? Es cierto que las entradas eran carísimas, (50 € en taquilla), pero es imperdonable dejar pasar de largo un acontecimiento de esta magnitud, que pasó con más pena que gloria, ya que los promotores tuvieron incluso que cambiar el concierto a la sala pequeña ante uno de los pinchazos más sonoros, (e injustos), de la temporada.

Después de siete años tras su última visita a Barcelona, Ray Davies nos presentaba su nuevo trabajo, “Other people´s lives”, en el cual basó su show, arropado por una banda acojonante, con un gran sonido y un líder indiscutiblemente pletórico y muy ovacionado. De corte intimista, en ciertos pasajes se hacía algo tedioso ya que los pocos congregados tan solo querían escuchar esos himnos imperecederos como “Sunny afternoon”, “All day and all of the night”, “Lola”, “Waterloo sunset” y ese riff que marca uno de los momentos más gloriosos de la historia de la música, “You really got me”, que cerró la actuación tras tres bises.