Con más de cuarenta años sobre los escenarios, éste era el debut de los británicos en suelo español junto al realizado dos días antes en Madrid y la desafortunada suspensión del de Barcelona ante la floja venta de entradas. Pete Townshend y Roger Daltrey se apoderaron durante dos horas de una Zaragoza rendida ante la avalancha musical, con una cascada de clásicos que hace imposible que los seguidores se pongan de acuerdo cual es mejor o peor. Es un decir, pues la palabra peor no existió esa gloriosa noche.

Flanqueados por una perfecta banda, formada por el bajista Pino Palladino, el teclista John Bundrick, Zak Starkey, hijo de Ringo Starr, a la batería y el hermano del mismísimo Townshend, Simon, que hizo doblete pues canta y toca la guitarra con la banda que abrió el concierto, Casbah Club, como guitarra de apoyo. Townshend y Daltrey se comportaron sobre el escenario como unos chavales de sesenta años y con una energía que ya quisieran chavales de veinte.

Enumerar el repertorio de The Who es hablar de una de las páginas más exquisitas de la historia musical, pues al igual que Stones, Beatles o Zeppelin sus canciones forman parte de la vida cotidiana. Nadie puede quedar impasible con ese perfecto comienzo, “ I Can´t explain”, y los atronadores ritmos de “Anyway, anyhow, anywhere”, “Baba O´Riley” o “The kids are alright”. “My Generation” y “Pinball wizard” se convirtieron en los momentos álgidos de la noche según la respuesta de un público que parecía estar en un concierto de hardcore.

Daltrey comenzó algo tímido para ir adentrándose en el show poco a poco y deleitarnos con sus vueltas de micro ya no tan perfectas como antaño pero que todo el mundo agradeció con aplausos. Vocálmente está pletórico y lo demostró mientras estuvo sobre las tablas. Y Pete Townshend…¡Grande! ¡Muy grande! Al igual que Daltrey, los años tampoco le han perdonado pero el sigue ahí con sus bandazos guitarreros, saltos, carreras y tembleques y afianzándose como el auténtico líder de la banda. A la Pilarica deberían ponerle su cara.