Qué mejor que la añeja pero distinguida atmósfera del teatro del Casino de l’Aliança del Poblenou para recibir por primera vez a Joanna Newsom, una de las pocas arpistas jóvenes que pueblan el territorio de la música contemporánea.

El aperitivo musical vino de la mano del cantautor escocés Alasdair Roberts, que gracias a sus versiones de la canción tradicional escocesa, puso al público a punto de caramelo para la que iba a ser la siguiente actuación.

Y como si se tratase de un ángel caído del cielo, eso sí, media hora tarde, apareció Joanna junto a su arpa. Iba acompañada de una violinista, un batería y un cuarto componente que alternaba el banjo con el laúd.

La apariencia frágil y angelical de la arpista sumada a su virtuosismo frente al arpa, hizo caer al público en una suerte de hipnosis celestial. De hecho, cuando en un momento en que Joanna intentaba afinar su arpa y pedía disculpas al público por la demora, un espontáneo se lanzó al ruedo y gritó en inglés: “No te disculpes, te queremos”. Y cómo a él tenía a todo el teatro, por cierto lleno, deslumbrado.

La música de la estadounidense Joanna Newsom no se puede delimitar fácilmente. Su propuesta está basada en un folk de tipo naïf, con pinceladas de música celta, oriental, africana que nos recuerda a momentos a la música tradicional americana de raíces escocesa y británica. Pero el toque distintivo lo pone su voz entre aniñada y antigua, que muchos comparan a las voces de cantantes como Björk o Victoria Williams.

El concierto duró alrededor de una hora y media, y sonaron principalmente temas de su último disco “Y’s” (2006). Desde el frágil solo al arpa de “Sawdust & Diamonds” a la lograda “Emily”, pasando por “Cosmia” o “Monkey & Bear”. Pero también hubo tiempo para repasar temas de su primer disco “The Milk-Eyed Mender”(2004) como “The Book of Right-On” o “Sprout anf the Bean”.

El directo del bello sonido del arpa y la voz de Joanna superó con creces las expectativas de una música que hasta ahora el público sólo había tenido la oportunidad de oír en cd o en su mp3. Y el nivelazo fue tal, que el público no se cansó de aplaudir y de hacer retumbar el suelo del teatro hasta que se encendieron las luces.