A veces vas a ver una película, una obra de teatro o en este caso un concierto sin demasiadas pretensiones, por no decir ninguna, por entretenimiento puro y duro. Ésta era una de estas ocasiones, aunque nunca había visto a Skid Row en directo, y debo reconocer que me estaba equivocando de lo lindo sin tan siquiera darles la oportunidad de defenderse. Mi única motivación era quitarme la espina que dejó clavada Bach hace unos meses con su “polémica” actuación o de lo contrario, enterrar a esta banda por completo.

Sin teloneros ni preámbulos, a las diez de la noche, salieron a escena con “Thick is the Skin”, tema perteneciente al primer álbum editado sin el que fuera su vocalista original, Sebastian Bach. Los miembros de la banda fueron entrando de uno en uno y al tenerlos a los cinco delante de nosotros nos dimos cuenta de que uno de los tres integrantes originales que quedan, no estaba. Dave “Snake” Sabo no pudo añadirse a la gira por temas judiciales pendientes en EEUU y fue substituido, por el desconocido Ryan Cock, que salió al escenario con cara de entusiasmo, como si esta fuera su primera vez.

Los siguientes temas, nos transportaron a los inicios de esta banda de New Jersey, a sus años dorados y de éxitos que se convertirían en temas clave para el hard- rock, hablamos de “Piece of me”, “Sweet little sister”, la triste “18 and life” y mi favorita, “Monkey Bussiness”. Hay que reconocer que la voz de Johnny Solinger no luce tanto en directo ni en estudio como la de Bach, pero el mero hecho de saber comportarse y transmitir que te gusta lo que estás haciendo, deja ese aspecto, hasta cierto punto, en segundo plano.

Despues de “Makin a mess” y “Big guns”, Johnny abandonó el escenario para dejarle paso al bajista Rachel Bolan con el cover de los Ramones que se incluye en “B-sides Ourselves”, “ Psycho Therapy”, dejando así de estar en un segundo plano, aunque sin pedir protagonismo a gritos como su compañero, Scotti Hill.

Uno de los momentos álgidos de la noche, llegó con “I remember you” con el público coreándola de cabo a rabo. Es curioso que en este tipo de conciertos, con temas cañeros que son himnos del hard-rock y músicos con aspecto de “malotes” sigan siendo las baladas las que marcan los momentos más aclamados. El último tema antes de los bises fue otro de los míticos, “Slave to the Grind”.

No fue necesario aclamarlos en exceso para que volvieran cada uno a sus posiciones; el batería Dave Gara, se subió a su taburete y acompañó con palmas el reclamo del público. Johnny Solinger, con sombrero de cowboy nos recordó sus orígenes tejanos e hizo el típico grito vaquero (yeeeeha) antes de reanudar el show con el único tema perteneciente a “Subhuman race”, “Beat yourself blind”.

Como colofón, dos clásicos más, “Get the fuck out” con un Scotti totalmente enloquecido, llamando la atención tanto por su cara desencajada, como por levantar su dedo índice a los asistentes cada vez que el estribillo lo requería y por último, la esperada “Youth gone wild”, coreada y agradecida por todos. En los últimos acordes y entre aplausos, Scotti me subió al escenario para que le hiciera una foto con el público, gesto que por lo que he podido comprobar, no fue nada improvisado, sino que debe repetirse en cada show.

Una hora y veinte minutos de diversión, buen setlist y músicos entregados, son el cóctel perfecto para un buen show, superando con creces la ya mencionada actuación de Seb y decantándola por debajo del actual Skid Row.