Con el cartel de “no hay entradas” colgado desde hacía semanas, la sala grande de Razzmatazz se llenó hasta los topes para una nueva visita de Josh Homme y sus secuaces. La expectación era más que justificada, ya que hacía más de cinco años que el supergrupo californiano no se acercaba a la capital catalana.

Tras un breve set en el que los escoceses Biffy Clyro demostraron que el papel de teloneros de lujo ya se les queda muy pequeño, las Reinas saltaron al escenario con una puntualidad extrema y, en un arranque frenético, empezaron el bolo con dos temas de su lejano álbum de debut, “Regular John” y “Avon”, para continuar con “3’s & 7’s”, el single más popular de su último trabajo, “Era Vulgaris”. Una vez pasado el subidón inicial, la banda hizo un repaso a sus cinco álbumes de estudio, centrándose en canciones de tono más oscuro y experimental como las nuevas “River in the road” y “Misfit Love”. Además, Homme nos sorprendió a muchos con su interpretación vocal de “In the Fade” y “Hangin’ Tree”, originalmente grabadas con el gran Mark Lanegan como cantante principal.

Si bien es cierto que el único miembro oficial y permanente de QOTSA es el propio Homme, el pelirrojo guitarrista parece sentirse muy cómodo junto a Troy Van Leeuwen y Joey Castillo, con quienes anda trabajando de forma estable desde la gira de “Songs for the Deaf”. El primero, alejado en esta ocasión de las teclas y del ‘steel pedal’, actúa como el contrapunto ideal de Josh, intercambiándose con éste las funciones de guitarra rítmica y solista, con una elegancia y control escénico del que pocos músicos actuales pueden presumir. Por su parte, el musculoso mexicano ya no sólo aporta su incontestable pegada al ya de por sí contundente repertorio del grupo, sino que con el tiempo ha ganado en precisión, clavando los tiempos como si de un metrónomo se tratara.

La coreadísima “Little Sister”, una aplastante “Sick, Sick, Sick” (que suena mucho mejor en directo que en el disco) y la siempre efectiva “Go with the Flow” marcaron el tramo final de la actuación. Después de un brevísimo descanso, la banda volvió con un impresionante bis de dos canciones. Primero, la celebérrima “No One Knows”, en la que Homme desafió a sus maltrechas cuerdas vocales con un logrado falsete durante la mayor parte del tema, y después, lo mejor de la noche: “Song for the Dead”, con una sección final de infarto a cargo de Castillo, redoblando sin piedad sobre el hipnótico y machacón riff de la canción.

En resumen, una gran noche que se nos hizo demasiado corta (1 hora y 20 minutos sabe a muy, pero que muy poco), en la que quizás se echaron en falta temas como “Feel Good Hit of the Summer”, “Millionaire” o “The Lost Art of Keeping a Secret”. De todos modos, al juzgar por la amplia sonrisa que lucía la mayor parte el respetable al terminar el concierto, incluido el que firma estas líneas, Josh Homme consiguió llevársenos al huerto. Y de qué manera.