“For those about to play to Rock, we salute you!”, igual estas serían las mejores palabras para definir el bolazo que los veteranos AC/DC dieron en el Estadi Olímpic de Barcelona. Una vez más un repertorio repleto de hits marca de la casa, un escenario digno de las grandes estrellas del rock’n’roll y una energía envidiable, que a más de uno le gustaría tener a esas edades.

Sí, seguramente mucha gente tacha sus shows de fotocopias de los anteriores, pero ¿a caso no es lo que queremos ver todos los fans cuando vas a un concierto de estas magnitudes? No sería lógico un “Hels Bells” sin su campana de 12 toneladas, un “Whole Lotta Rosie” sin su puta de dimensiones astronómicas, la clásica visita del pequeño cabrón al centro del estadio o un final con los cañones de Navarone escupiendo fuego por sus bocas. Todos queríamos eso y nos los dieron.

El show empezó con pequeño corto de dibujos animados a ritmo de locomotora que acabó estrellándose contra el escenario dando paso a los primeros acordes de “Rock n´Rol Train” seguido por los clásicos “Hell Ain´t a Bad Place to Be” y “Back in Black”. El ambiente estaba caldeado y aún teniendo poca visibilidad por las dimensiones de un estadio los diminutos Brian, Angus, Malcom, Cliff y Phil escupieron los temas con la precisión que les caracteriza. Sonaron “Big Jack” y “Anything Goes” de su ultimo disco Black Ice, que es increíble como ganan en directo en comparación al disco, mezclados con joyas como “Shot Down in Flames”, “Thunderstruck” o los dos primeros cortes de su gran Back in Black: “Hells Bells” y la genial “Shoot To Thrill”. Antes un “The Jack” había servido para que Angus nos enseñara los calzoncillos con el logo del grupo en su trasero.

Pero con AC/DC no hay descanso alguno y perfilando la recta final nos obsequiaron con una sorpresilla “Dog Eat Dog”, una preciosa “You Shock Me All Night Long” y una explosiva “TNT” para terminar con el sermón religioso y sarcástico que el gran Bon Scott escribó en 1976: “Let There Be Rock”. ¡Y se hizo! Ya que después de no mucho esperar sonaron los acordes más famosos del Rock n Roll (con respeto del “Smoke on the Water”) y no eran otros que los del “Highway to Hell”.

No hubo tiempo para nada más, el riff de “For Those About to Rock” te garantiza de que ahí se acaba lo que se daba y así fue. Los seis cañones dispararon y unos minutos de fuegos artificiales fueron el colofón a un bolazo de dimensiones astronómicas.

Bienvenidos una vez más al infierno.