Otra visita a Barcelona del genio del Dub, que nos presentaba su enésimo disco, “Panic in Babylon”, en un concierto en el que esta vez estaría acompañado de los Whitebellyrats. Trío que desplegó una calidad inmejorable en sus instrumentos y que hizo que los corazones de todos los asistentes latieran al ritmo del bombo de la batería.

Perry es además de un gran frontman y cantante, un productor, compositor y mezclador como pocos. De él salieron explosivas mezclas de reggae y dub en los años 70 y 80 y nunca dejó de codearse con grandes grupos como The Clash, Beastie Boys o el mismo Bob Marley. Lo que tampoco pasa desapercibido de él es su imagen. Esta vez apareció en escena con unas inmensas botas de colorines, y con un llamativo traje corto, lleno de chapas y espejos por todas partes, y con el pelo coloreado como es costumbre en él (aunque poco se le vio ya que no se quitó su inmensa gorra casi ni un momento). Le acompañaba también una maleta de viaje de la que sacó dos manzanas que le sirvieron para colocar sus barritas de incienso. Todo con mucha clase.

El ritmo pausado y trepidante empezó a meterse en las mentes verdes de los asistentes de una manera fulminante. Temas como “Blackboard” o “Secret Lab” sonaron apisonadoras. Otras, como “Kiss Champion” o la cachonda “Pussyman”, hicieron las delicias de sus fans. Seguía avanzando el show mientras Lee saludaba sin parar a sus amigos de las primeras filas del Apolo. Les daba la mano y continuaba rapeando las letras de su último trabajo, inspiradas en criticar la situación mundial en la que estamos metidos.

Cabe resaltar de la banda a su baterista, ya que además de tocar de perlas lanzaba todas las bases que hicieron famoso a nuestro héroe de St.Mary. La velada se cerró con “Roastfish”, pero no tardaron el volver al escenario y deleitarnos con un par o tres de temas más entre los que recuerdo “Purity Rock”, donde se alzó un canuto de dimensiones gigantes desde el público que hizo que la audiencia se desbocara por momentos y terminara el recital por todo lo alto.

Gran noche en el Apolo y el viejo Perry que sigue en plena forma y del que esperamos que aun tenga mucho que decir en este mundo, después de que ya le diera una patada en el culo a la música jamaicana, reinventandola en su estudio (Black Art) que el mismo incendió, para después pasar más de 7 años en el clásico Studio One de Londres. El Dub es cultura, es danza y es hermandad y él lo quiso así.