The Fleshtones congregaron en la Sala 3 del Razzmatazz a una multitud festiva que celebró la vuelta de estos incombustibles neoyorquinos en Barcelona en el marco de su gira europea.

The Fleshtones habían visitado nuestra ciudad hace solo año y medio, exhibiéndose en la Sala KGB, pero su potente directo y el tirón de la reciente proyección de su documental “Pardon Us for Living but the Graveyard is Full” en el Festival In-Edit hicieron que el jueves por la noche la Sala 3 del Razzmatazz se quedara pequeña para uno de los shows más divertidos de los últimos tiempos.

Como todo lo que suele gustar, la banda se hizo esperar un buen rato antes de salir al escenario y empezar el bolo con una versión de “Speedy González”: desde el primer momento quedó claro que la noche iba a ser movidita, con la guitarra de Keith Streng rozando los objetivos de las cámaras y el público entregadísimo coreando con el cantante Peter Zaremba.

Y es que The Fleshtones saben como ganarse a su público: mientras sonaban algunos éxitos de la banda, como “Hitsburg USA”, “Pretty, pretty, pretty” o “BYOB” Keith Streng se bajaba del escenario, yendo a tocar en el medio del público, a veces sólo y otras acompañado por el bajista Ken Fox, el “joven” del grupo. Incluso se subieron a una maleta puesta entre la gente mientras Peter Zaremba pedía prestado un casco de moto a un asistente para ponérselo y dar la vuelta de la sala levantado por la audiencia.

El repertorio se volvió entonces hacia temas mas recientes de los estadounidenses, como “Love Yourself”, “First Date” o “Destination Greenpoint”. La energía iba subiendo entre todos los asistentes, entregados e intrigados para descubrir cual sería la nueva locura de estos viejos lobos del garage: hubo una rápida aparición en la escena de un chico vestido con una camisa de flores, al que Zaremba llamó irónicamente “Jerry García”, y un intercambio de brazos para tocar los acordes de bajo y guitarra entre Streng y Fox.

Como no podía ser de otra manera el concierto acabó con el público coreando las notas de la última canción y el grupo marchándose en medio de la gente, saltando con todos los asistentes alrededor.

La calidad de la música que pudimos escuchar durante el concierto fue buenisima, garantizada por los más de trenta años de la banda en la escena, pero más asombrosa todavía fue la energía que los cuatro Fleshtones supieron transmitir arriba y abajo del escenario.