Una de las reuniones más esperadas de los últimos tiempos se hizo realidad el día 5 de julio en la Sala BeCool, llena de asistentes para la ocasión: The Gories y Oblivians volvían a los escenarios después de su largo adiós. Las guitarras no dejaron de rugir durante las dos horas largas que duraron los dos bolos.

Ya una media hora antes del concierto el ambiente en la sala era de máxima expectación: después del doble concierto del sábado de The Rippers y Biscuit, los amantes del rock’n’roll mas primitivo eran llamados a poner una guinda perfecta a su fin de semana con la reunión de The Gories y Oblivians.

Delante de un público muy animado, los primeros en salir fueron los Oblivians: la banda de Memphis se presentó luciendo unos vasos de cola como gorros y bromeando con el público, pero al momento ya dejaron paso al sonido de sus dos guitarras y su potente batería. Los Oblivians siempre se han distinguido por la crudeza de su estilo cargado de riffs punk y garage: nada de eso faltó en el concierto, en el que sonaron muchos éxitos de la banda, desde “And then I fucked her” a la versión de Trio “Sunday you need love”, pasando por “Feel Real Good”, “Big Black Hole” y “Feel All Right”.

A mitad del bolo Greg y Jack Oblivian se intercambiaron la guitarra y la batería, demostrando que no renuncian a una costumbre que llevan desde el principio de la banda, tanto en directo como en las grabaciones de sus discos. El sonido no cambió lo mas mínimo y la banda dejó el escenario unos cuantos temas después con el personal bien animado para The Gories.

Los de Detroit se presentaron ante el público con su formación original, compuesta por Mick Collins, Dan Kroha y Peggy O’Neill, más de quince años después de su conflictiva ruptura: la banda dejó claro enseguida que el tiempo no ha borrado su inconfundible estilo que ha sido de inspiración para muchos grupos de la última ola del garage. Sonaron temas como “Nitroglycerine”, “Detroit breakdown” y “Let your daddy ride”, todos ellos embebidos del rock’n’roll mas primordial mezclado a toques de blues y momentos de furia punk.

Mick Collins, ya acostumbrado al calor de Barcelona tras su reciente visita con los Dirtbombs, se entretenía con el publico, mientras Dan Kroha esforzaba sus nervios y su voz con gritos y rápidos riffs: en el medio, Peggy O’Neill sonaba la batería con una pandereta colgada en un tom, dando un toque bastante peculiar a su instrumento reducido a lo mínimo indispensable.

The Gories se despidieron con tres bises seguidos de un tema cada uno, dejando el público muy satisfecho por el espectáculo vivido.