La irlandesa Imelda May ha vuelto a pisar nuestros escenarios para presentar su nuevo LP “Mayhem”, juego de palabras incluido, continuación del aclamado y exitoso “Love Tattoo”. Ante una sala Bikini completamente llena, la artista ofreció una actuación plagada de buen rockabilly, blues e incluso algún toque de jazz. Sorprende que, precisamente, sea contada la gente de “estética 50’s” entre el público, quizás porque May no sea del agrado de los más puristas del género.

Imelda convenció en su actuación, logrando que los asistentes no pudiéramos apartar la mirada de ella, mostrando personalidad, carisma y tablas, aparte de la gran voz que ya le era presupuesta. Tras haberla visto en la pasada edición del Azkena Rock festival en Vitoria, sin duda en el entorno de una sala, la preciosa cantante gana muchos puntos. Además, la banda que la acompaña está a la altura, sobretodo su guitarrista y marido Darrel Higham y el versátil batería Steve Rushton.

Abrió con el tema que inicia su nuevo disco “Pulling the Rug”. Además pudimos escuchar los singles del mismo “Mayhem” y “Psycho”, así como la fabulosa “Sneaky Freak”. Imelda demuestra ser un encanto en escena: baila, sonríe sin cesar e incita al público con sus contoneos, tocando la pandereta y el bodhrán. Los temas de “Love Tattoo” fueron los mejor recibidos: “Big Bad Handsome Man”, “Johnny’s Got a Boom Boom” (su pequeño clásico) ó “Smotherin’ me”.

Hacia el final del show, se agradece que la banda incluso toque “Smoker’s Song” a petición de alguien del público, aunque no lo tuvieran previsto. “Poor Boy”, tema grabado junto a su mentor Jeff Beck para el último disco de éste, nos muestra su dotada voz (Billie Holiday es la cantante favorita de Imelda). Además, como era inevitable, caen versiones de clásicos como “Train Kept a Rollin’”, “My Baby Left me” o una bien llevada a su terreno “Tainted Love”, durante la cual nos hace cantar junto a ella, jugueteando con sus sugerentes aullidos y poniendo el micro en las primeras filas.

Sin duda Imelda May “lo tiene”, ha alcanzado popularidad tras años cantando en los clubs de su Dublín natal y por ello domina el escenario a su antojo. Aunque en esta ocasión el público estuvo algo estático, sus shows son la perfecta excusa para desmelenarse y bailar al ritmo de la mejor música de raíces americana. Esperemos nos vuelva a visitar pronto, hasta entonces seguiremos pinchando “Mayhem”.