Repaso mis notas y recuerdo que los vimos en el FIZ, un 9 de octubre de 2009, tocaron muy tarde, poca gente en la pista, pero entregada. Santi Balmes se lanzó sobre los que con duras penas sosteníamos nuestros cuerpos; desde entonces, ha sido uno de nuestros grupos de cabecera. Decir que han colgado el cartel de “Sold out” en los tres conciertos programados en Barcelona, para el fin de gira de su último disco “La noche eterna, los días no vividos”. Título evocador que supone también un cambio profundo en el grupo, que desde 2010 se dedica en exclusiva a la música y que, al mismo tiempo, refleja tiempos vividos por muchos de los que asistiremos al concierto. Tiempos en los que las noches las hacíamos eternas, en las que buscábamos centrar todas nuestras experiencias, ilusiones y días, que simplemente eran un paso hacía la próxima noche que se avecinaba.

Voy solo al concierto y como en una de sus canciones “Club de Fans de John Boy”, me pregunto: “¿con cuál van a empezar?”, me contesto “acertarán!”. Sonrío, dejo mi blog de notas y me dispongo a disfrutar del concierto. Pasan pocos minutos de las 8.30, salen al escenario y la gente enloquece, suena “La noche eterna”. Creo que es una de las canciones que mejor definen su estilo, un sonido típico y difícil de describir, una voz imponente, letras que mezclan fantasía, realidad y cambios de ritmo. Lo que empieza tranquilo sube, sube y no deja de subir; unos segundos largos con los ojos cerrados, disfrutando de la música. Le siguen varios temas de su último disco como “El hambre invisible”, “Los seres únicos”,… hasta que llega el turno de “WIO, antenas y pijamas”, uno de esos momentos esperados. Pronto llega el turno de repasar clásicos del grupo como “1999” y la primera gran sorpresa en el escenario, Ramón Rodríguez de The New Raemon. Interpretan “Los colores de una sombra”, con cierto aire más acústico, y la mezcla de sus voces le da un matiz espectacular.

Seguidamente, el momento TOP del concierto, la canción que muchos de sus fans esperan. Un aire más intimista da inicio hasta su despegue final, y la convierten en uno de los momentos más memorables del concierto: “Allí donde solíamos gritar”, qué gran canción!, qué emociones! Sin duda, a mi entender, una de sus mejores canciones, su música y su letra son espectaculares, de esas canciones que no me cansaré nunca de oír y que, en concierto, nublan los ojos de emociones. Pero no habían terminado las sorpresas y un vitoreado Manolo García sube al escenario, pasando del tono más moderado de las últimas canciones a la fuerza de “Las malas lenguas” y la espectacular “Incendios de nieve”.

Llega la hora de los bises y de dejarse ir (aún más si cabe), bises en los que repasan varios temas que hacen disfrutar a un público entregadísimo: “Los seres únicos”, “Amante Guisante”, “Si tu me dices Ben, yo digo Affleck”, para terminar con “Villancico para mi cuñado Fernando” (sube el Niño de la Hipoteca al escenario) y “Los toros en la Wii (Fantástico)”. Pienso que hay varios tipos de bandas de rock, aquellas que pasan los años y se funcionarizan y aquellas que valoran la suerte de su lugar privilegiado, de haber conseguido cumplir el sueño que muchos persiguen pero que pocos consiguen. Subir a un escenario y hacer disfrutar a sus fans e incondicionales, desde su pedestal pueden ver con sus ojos el delirio de sus fans. Love of Lesbian es de ese tipo de bandas, agradecidas con su público, con un carisma especial, conocedores de la realidad social (“durante un par de horas, olvidaros de los problemas de allí fuera, disfrutad!”, exclamó Santi Balmes), y estoy seguro de que se consiguió.