Si hay vida en las antípodas de la estrella pop al uso en estos tiempos, se trata seguramente de otra raza, que toca otras fibras y maneja un bagaje emocional que queda en una órbita muy alejada de nuestro desgraciado sistema solar.

Con la sala 3 de l’Auditori llena hasta los topes por un público incondicional, con una media de edad por encima de los estándares habituales de un concierto de pop rock, Pau Riba y Pascal Comelade, acompañados por los jóvenes multiinstrumentistas Oriol Luna y Juansu Le Mieras, defendieron “Mosques de colors”, su álbum conjunto, al que ya dedicamos unas líneas en nuestra sección “Discomatico”.
http://www.atiza.com/discos/2013/pau-riba-pascal-comelade-mosques-de-colors/

Desgranaron una por una las 11 canciones del disco con solvencia, sabiéndose entre viejos conocidos que valoraban por encima de todo dos carreras ejemplares, dos artistas arriesgados que parecen haber hecho siempre exactamente lo que les ha dado la gana, más allá de convencionalismos y servidumbres del show business, y a pesar de todo sobrevivir, acumular un bagaje profesional importante y tener el reconocimiento de un público adepto en cuya banda sonora vital ocupan probablemente un lugar insustituible.

A pesar de la solemnidad del escenario, gracias a una iluminación simple pero cálida y el sonido perfecto aportado por el equipo técnico de l’Auditori, el concierto se desarrolló en un ambiente íntimo y cercano, con el Pau Riba de siempre, un Pascal Comelade menos hierático que de costumbre y unos músicos de apoyo entregados y felices de estar allí, a la vera de tamaños personajes.

Pau Riba cerró el primer bis con "Noia de Porcellana", su canción ya casi histórica, y "Daliniana flor", del disco de 2008, "Virus Laics", para cerrar una velada agradable y emocionante por la constatación inapelable de que sigue habiendo vida más allá de la órbita main stream en estos tiempos aciagos.

Por muchos años, si la coyuntura lo permite y el cuerpo aguanta.