Hacía algunos años que no nos visitaban The Dictators, acostumbrados como nos tenían a periódicas giras por la Península sin ni siquiera la excusa de presentar disco, tan sólo el hecho de visitar un país en el que son venerados como un pedazo de historia del rock’n’roll. De hecho, dudo que la banda actúe regularmente en ningún sitio excepto NYC y España, visto además como tanto Top Ten como el imprescindible Andy Shernoff no han venido en esta ocasión (de ahí el obligado sufijo de NYC por temas legales acerca del nombre del grupo). Dada la extraña nueva encarnación, cierto escepticismo ante una gira que les llevará por 17 ciudades, para desembocar en el Festival Serie Z de Jerez.

Abrieron fuego con “New York, New York” y “The Party Starts Now”, como es habitual, ante un Bikini donde la media de edad rondaba los 40 tranquilamente, pantalla luminosa incluida con el nombre de la banda que grabó el muchas veces proclamado primer disco punk-rock cuatro décadas atrás. Aunque se aprecie el paso del tiempo mirando a Manitoba o a Ross The Boss, lo cierto es que al segundo tema te olvidas y te metes en el show, voceas los himnos y entras en la fiesta, una vez más. Handsome Dick Manitoba se basta para aglutinar miradas; sonrisas cuando se empeña en enseñarnos su tattoo o en posar cual luchador de wrestling, genuinidad con sus demenciales movimientos a medio camino entre De Niro y un rapero vintage de la Gran Manzana. Siempre a su lado Ross, en discreto segundo plano pero tocando como los ángeles, favorecido por el espectacular sonido de la sala, donde sonaron nítidos y crudos, ¡como tiene que ser!

Más madera con temazos como “Haircut & Attitude”, “Avenue A” o la aclamada “Who Will Save Rock’n’Roll?” de su reaparición discográfica a principios de siglo, con “Dick” alentándonos a devolver el rock’n’roll a primera línea, ya sea hablando de él con tus colegas, con tu jefe o con tu vecina. Mención especial para Daniel Rey, el otrora productor y co-compositor con los Ramones desde los ’80, ha acompañado a los Dictadores a las seis cuerdas; un plus el ver a esta leyenda tocar la rítmica tal y como hiciera en la última gira de los también neoyorkinos Sour Jazz. Muy entrañable el aplauso que se llevó al ser presentado por Manitoba, quien mencionó parte de su currículum junto al combo de Joey Ramone. Por el contrario, el nuevo bajista no pegaba ni con cola, el tal Dean Rispler (¿camiseta de Celtic Frost?), a pesar de tocar bien nos deleitó con unas poses y headbangings que la verdad no me cuadran mucho con el rollo del grupo, presentado como un gran bajista y ser humano (ok, te creeremos Manitoba) que siempre está pensando en besarle (¿?).

En la recta final tiraron de “Bloodbrothers” (1978), su disco más completo: clavándonos la intro de “The Minnesota Strip”, luciéndose en el desarrollo de la versión de “Slow Death” de los Flamin’ Groovies (bonita sorpresa), bajándose al público el vocalista para poguear con nosotros mientras atacaba “Baby, let’s Twist” o pisando el acelerador en la vitamínica “Faster & Louder”. Nos dejaron con ganas de más, la verdad es que el único pero del bolo es esa hora y cinco minutos de un grupo con temas para alargar un rato largo (su discografía aunque corta no tiene apenas paja en cuanto a canciones), siendo quizás lo largo del tour la causa. Aún así, satisfecho de presenciar a una de esas bandas “de toda la vida”, ¿hasta cuándo seguirán acercándose? Como para no estarlo si se acaba versioneando a MC5 en “Kick out the Jams” o con las invencibles “Two Tub Man” y “Stay with me”. Lo dicho, “Dictators Forever, Forever Dictators”.