Los Angeles, California, como todo pichichi sabe, la Meca del Cine, y de alguna cosa más. El que Hollywood esté situado en esa urbe hace de ella un auténtico nido de advenedizos, pintamonas y fantasmones variados. Hay quien dice que es la ciudad del mundo con más gilipollas por metro cuadrado -seguida muy de cerca por Nueva York, Londres y París-, y quizás no le falte razón. Pero también hay que decir en su favor que, dada la inmensa cantidad de personal que pulula por sus largas avenidas, también hay serios y genuinos talentos. La escena punk-rock angelina, y la de sus localidades satélites -Orange County, Long Beach, podríamos llegar casi a englo-bar San Diego-, sigue inquieta y gozando de buena salud. Ha sabido reciclarse desde sus albores, a finales de los 70 con Weirdos, Germs, X, Black Flag, y tiene a genuinos supervivientes como Social Distortion (todo un mito), o Tony Montana y sus potentes ADZ (los restos de los Adolescents), valores ya probados como Lazy Cowgirls o US Bombs, bandas que se reciclan con diferente nombre (uno de los novísimos grupos surgidos, los Vice Principals, son un mejunje de miembros de Humpers y Joneses), y un continuo diluvio de nuevos combos que intentan alcanzar los favores de la prensa y el público.

Enumerarlos nos costaría un número entero de esta revista, para que, al final, tras algún single y, quizás un álbum -eso sí, con un reportaje a todo color en la revista Flipside y su redacción al completo convencidos de que son la ''next big thing'' -, desaparecer sin dejar rastro y quedar solo en la memoria de algún fanático. De todo ese marasmo de grupos, y dado por sentado que de los anteriormente citados ya se ha hablado largamente, vamos a centrarnos en cuatro, alguno de ellos con ya más de un disco a sus espaldas, pero que son, sin duda, los que más ruido han hecho en los últimos tiempos, los de más calidad, los mas fieles al supuesto código rutero, y, por tanto, los que más merecen su presencia en estas páginas.